Aquí huele a patio, aquí huele a Educación Física

8:25. Entras por el pasillo pero, más que un vulgar profe de Gimnasia, pareces una estrella del rock. Los saludos, palmadas en la espalda y muestras de afecto son constantes. “¿Qué pasa, profe?”, “¿Qué tal, Miguel?”, “¡Hoy tengo Educación Física a cuarta contigo!” son solo algunos ejemplos. Y lo que no puede explicarse en negro sobre blanco. La ilusión y alegría con que te miran, la complicidad de quien ha compartido sudor, diversión y frío contigo.

Entras al gimnasio, esa vieja sala mezcla de madera, vinilo y hormigón imperecedero, que parezca provenir de otra época. La época del plinto, el potro, las espalderas y las filas. ¡La época oscura de la Educación Física! ¿O quizás no tanto…? Los que teníamos la suerte de hacer bien el salto exterior, interior y la voltereta miramos atrás con una sonrisa en la cara y un sentimiento de dulce nostalgia. Los compañeros menos dotados, a los que se hacían pasar aquellos aparatos infernales, probablemente la recuerdan con una mezcla de frustración y fracaso. Una percepción que los profes de Educación Física tendremos la oportunidad de cambiar.

Con la Educación Física que experimentan cada día

¿Y cómo? Con la Educación Física que experimentan cada día nuestros alumnos, la que persigue la educación integral, la que emociona, la que no deja a nadie atrás. En definitiva, una EF de todo, de todos y todas y para toda la vida. Para muchos el único momento de encuentro de su vida con los bailes de salón, el Ultimate y el Parkour. Para otros una ventana hacia una vida diferente y mejor. Una vida plena enriquecida por la actividad física y la competencia motriz. ¡Sí, amigos! ¡Hablamos de Educación Física!  Y a quién olfatea ese suave aroma, ese aroma a éxito, a compañerismo, a alegría, a superación y a entusiasmo por el movimiento y la vida…sencillamente ya no podrá vivir sin ella el resto de su vida.

¡Sí, amigos, huele a Educación Física!