Evaluación formativa: Regreso al futuro.
“El principal problema en las escuelas no suele ser la falta de innovación, suele ser el exceso de
Michael Fullan
proyectos inconexos y desfragmentados”.
Al igual que la principal innovación de la LOMLOE es la de permitir un nuevo enfoque competencial, la evaluación formativa puede ser el referente de innovación sobre el que pivoten el resto de innovaciones en un centro educativo.
En algunos cursos de formación comienzo con la pregunta: ¿Crees que la educación sería mejor sin evaluación? Las respuestas me suelen dar pie para hablar de la diferencia entre evaluación y calificación, diferencia que todos tenemos muy clara pero que en ocasiones olvidamos.
La necesidad de dar información para regular el proceso de enseñanza aprendizaje es fundamental, pero la evaluación sumativa y la calificación parecen haber sepultado con sus exigencias la necesidad de una evaluación formativa. Algo tan básico como lograr que evaluar sirva para aprender.
En demasiadas ocasiones he podido comprobar como en muchas escuelas se implementan programas de innovación que no acaban generando los resultados esperados, logrando poco más que el “brilli brilli” de alguna novedosa tecnología o alguna metodología que acaba llevándonos hacia la rendición de cuentas en el clásico examen memorístico. No se me malinterprete, creo que el examen es una herramienta como cualquier otra, pero en ocasiones parece servir para dar sentido a la frase de “Cuando la única herramienta que tienes es un martillo, todo problema comienza a parecerse a un clavo».
El enfoque competencial requiere evaluar conceptos (y ahí el examen se vuelve una herramienta interesante) pero también procedimientos y sobre todo actitudes. ¿Qué actitudes? Esa es la cuestión. La ley ha dejado meridianamente claro que hay actitudes que no han de tener peso en las calificaciones de las materias, sino que han de tener respuesta en las medidas de los planes de convivencia de los centros. Eso de reducir las actitudes a “pórtate bien” o “esfuérzate mucho” ya es muy viejuno.
Las actitudes están en los criterios de cada materia y hemos de darles respuestas desde la recogida de evidencias hasta la calificación.
Para lograr resultados conviene tener presentes las 5 tendencias que han ido ocurriendo en España en el terreno de la innovación en los sistemas de evaluación, a las que podríamos dar respuestas:
- Introducir herramientas variadas: Podemos hacerlo compartiendo formación e implementado rúbricas/listas de control/escalas de valoración… comunes para el logro de los descriptores competenciales comunes para cada curso
- Facilitar más información a las familias: a través de la comunicación de las situaciones de aprendizaje propuestas y los logros de nuestro alumnado.
- Rehacer boletines: se puede lograr implementado los boletines competenciales (puede mejorar la comunicación de aspectos importantes, pero quizás no funcione sin que hayamos formado a las familias sobre la importancia de estas.
- Releer el currículo para centrarse en los criterios: se puede lograr si las programaciones docentes son reales y se realizan sin que haya separación entre programación y realidad de aula: programación docente y programación de aula
- Acordar puntos de mejora en sus prácticas de evaluación: se pueden proponer la creación de espacios de compartir buenas prácticas. El problema es que no estructurarlo en la planificación anual impedirá hacerlo realidad.
Vale, hay que dar evaluación de calidad y esta ha de ser formativa. ¿cómo? Aprovecho aquí el libro de Mariana Morales y Juan Fernández. La evaluación formativa: Estrategias eficaces para regular el aprendizaje (SM. Biblioteca Innovación Educativa nº 48. 2022).
Es sencillo de explicar, pero entiendo que no es fácil de hacer.
La evaluación formativa debe tener tres partes:
- Recoger evidencias:
- ¿Cómo? Lo primero fijándome en el criterio, en concreto en su verbo: Formular, proponer, diseñar, opinar, crear, actuar, analizar, comprender, gestionar…
- ¿Cuándo? No al final (al menos no siempre al final). En una situación de aprendizaje competencial solo la parte procedimental podría tener sentido recogerla al final.
- ¿Cuánto? Menos es más siempre (no recoger aquello que no aportará para analizar).
- Analizando las evidencias recogidas:
- Analizar lo que sabe, lo que no sabe y sobre todo por qué no lo sabe.
- Tomando decisiones sobre el análisis hecho:
- Decisiones que tengan sentido para el alumnado y en temas relacionado con: metodología, agrupamientos, materiales …
- SOLO LO QUE ESTE A NUESTRO ALCANCE (nada que sea fuera del centro) ¿Cómo? Contratos de aprendizaje, asignación de tareas, enseñanza recíproca, modular, asignación de roles…
Nadie dice que sea sencillo, pero dar información sobre lo que ha hecho para tomar decisiones sobre lo que hará es un verdadero regreso al futuro.
Confucio dijo: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces…entonces estás peor que antes”